Sociedad enferma

Sociedad enferma

Es un “pueblo enfermo” decía Alcides Arguedas (1879-1946), novelista y ensayista boliviano, cuando propuso una tesis sobre el atraso de su país.  La culpa la tiene los indígenas manifestó.  Su tesis sostenía que la sangre que corría por las venas de las poblaciones indígenas no permitía el adelanto político, el desarrollo económico y la formación de una “sociedad civilizada” boliviana.

Fue una tesis aberrante, racista e intolerante.  Fue producto de un periodo altamente excluyente, euro-centrista, como también fue consecuencia del acto discriminatorio de un ensayista condicionado por su propia estructura.

Hoy, en pleno siglo XXI, esas tesis indignantes del pasado han regresado con furor a las sociedades más adelantades del mundo.  En Europa se señala con el dedo a los migrantes por unos problemas que, a menudo, son producto de los ciclos económicos.

En Estados Unidos, los migrantes siempre han sido blanco de todo lo malo que ocurre al interior de la sociedad.  Empero, como sucedió en el periodo que dominó la ideología social-darwinista (racista en el sentido más coloquial), particularmente durante el régimen racista de Hitler de Alemania, los migrantes contagian y contaminan la supuesta “sangre pura” de los euro-estadounidenses.

“Nadie tiene una idea de donde viene esta gente.  Nosotros sabemos que vienen de las cárceles, de instituciones [de gente que tiene problemas] mentales, de asilos con enfermedades; sabemos que son terroristas.  Nadie se ha percatado de lo que estamos experimentando en este momento; es muy triste para nuestro país.  [Esta gente] está contaminando la sangre de nuestro país…”, manifestó Donald Trump en una entrevista con The National Pulse, una cadena de internet de extrema derecha.

Las palabras racistas de Trump ya no sorprenden a nadie, lo que impresiona es la reacción de una gran parte la población norteamericana.  Pareciera que su discurso intolerante es bienvenido.  El Partido Republicano no solamente lo asimila, sino también es portavoz de estas voces que en un momento fueron la vergüenza de nuestra sociedad.

En su incursión en la política, Trump se convirtió en líder del movimiento antiinmigrante, pero también ha sido la luz de la organización de los grupos neonazis, KKK y los cabezas rapadas.  Inicialmente estos grupos se movilizaron al interior del Partido Republicano para luego dominarla y finalmente guiarla en una sociedad que cada día se postra más polarizada.

Así, el veneno que hace referencia Trump no proviene de los inmigrantes.  La enfermedad que nos afecta tiene bases en esa población intolerante que logró insertarse en su partido político y hoy dispersa y contagia un mensaje de odio.

Estados Unidos tiene una sociedad enferma; su cura o su muerte se encuentra en las elecciones presidenciales de 2024.

Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

 

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