Si es que Trump estuviera en América Latina

Si es que Trump estuviera en América Latina

Humberto Caspa, Ph.D. – hcletters@yahoo.com

Imagínense si Donald Trump hubiese cometido los crímenes contra el Estado en un país de América Latina.  Su suerte sería otra y no estaría –como hace hoy— vociferando a los cuatro vientos que la elección presidencial de 2020 fue un “robo”.

Si estuviera en Perú, Trump estaría acompañando a Alberto Fujimori en la cárcel De Barbadillo en el distrito de Ate, Lima, en donde el expresidente peruano purga por corrupción, peculado, usurpación de funciones y cargos de lesa humanidad.

En Bolivia lo tendrían colgando en un poste de luz al frente del Palacio de Gobierno de la Plaza Murillo.  En 1946, el presidente de facto Gualberto Villarroel fue inicialmente asediado, atrapado, apuñalado, arrastrado alrededor de la plaza principal boliviana y luego ahorcado por manifestantes opositores.

Evo Morales, después de manipular las elecciones de 2019, empacó sus prendas sus cosas e inmediatamente se escapó en un avión privado hacia Ciudad de México.  Quiso evitar una muerte ya anunciada.

En Brasil, a Trump le hubieran arrebatado toda su riqueza; hubiese sido procesado por cargos de negligencia en la lucha contra el Covid-19 y abusos de poder.  Estaría hoy en la cárcel a lado de los delincuentes de las favelas.

En México, estaría viviendo una vida holgada a pesar de los daños que causó a la población.  La impunidad en este país es histórica.  Enrique Peña Nieto vivió una vida de lujos con el dinero del Estado, incluyendo la adquisición de un avión especial que le permitió realizar sus sueños libidinosos con encantadora “Paloma” Angélica Rivera.

En Colombia, esta tierra bella del legendario Gabriel García Márquez, sería un suelo altamente dificultoso para Trump.  Algunas veces, corruptos como él son encontrados tendidos en alguna de las calles de Bogotá, víctimas de sicarios que matan por un puñado de dinero.

Su esposa Melania, a quién le encanta el brillo del dinero, probablemente ya lo hubiera abandonado o tal vez estaría acompañada de otro magnate con más dinero.  Gente como ella nace con un coqueteo y una sonrisa que desarma a cualquiera.

Trump sabe que los cargos que le imputó la Cámara Baja del Congreso son delitos que se paga con cárcel o con la vida en América Latinas.  Obstruir un proceso oficial del gobierno, conspirar contra el gobierno del Estado, atentar contra el sistema electoral e incitar, asistir, colaborar y estimular una insurrección contra el Estado son cargos altamente condenables.

Trump está como está (sano y salvo) porque las instituciones de nuestro país responden a un “debido proceso”.   Empero, así como existe este proceso jurídico, también existen leyes que son implacable contra los criminales como él.

Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move.

 

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