Humberto Caspa, Ph.D. – hcletters@yahoo.com
Desde el primer momento que el Covid-19 hizo su aparición en nuestro territorio, el gobierno de Donald Trump nunca trató a este virus como un problema que afecta la salud de toda la población, sino como un asunto político.
Trump politizó todo lo que está relacionado con el coronavirus, incluyendo el uso de cubrebocas, el distanciamiento, la utilización de recursos médicos en los hospitales, los datos estadísticos de contagio y deceso, y recientemente con la educación.
El gobierno de Trump ha resuelto sancionar –negando fondos económicos— a aquellos distritos escolares que no den inicio de clases en forma presencial el próximo año calendario, el cual empieza en agosto.
Por supuesto que el objetivo de Trump, como lo ha ido demostrando a lo largo de la pandemia, es lograr la apertura económica del país para que los resultados –supuestamente positivos— tengan algún tipo de incidencia en las elecciones presidenciales de noviembre.
La medida de la apertura de las escuelas ha sido unilateral. No hubo consulta ni con las autoridades estatales de gobierno, quienes finalmente toman este tipo de decisiones, ni con los directivos de las organizaciones de profesores, cuyos miembros serían los primeros en ser afectados por el Covid-19.
La respuesta de las autoridades de los gobiernos estatales ha tenido respuestas encontradas. Algunos que están a favor de las clases presenciales son del Partido Republicano, mientras que la mayoría que no está de acuerdo pertenece al Partido Demócrata. Empero, existe un grupo nutrido de republicanos que prefieren las clases a distancia que las presenciales.
Asimismo, un porcentaje mayoritario de padres/madres de familia no están de acuerdo con el mandato unilateral de Trump. De acuerdo a una encuesta de Político, periódico virtual nacional, el 65% de los encuestados se opone a que el gobierno nacional niegue recursos económicos a las escuelas; 22% de los encuestados piensa que, en vez de quitarles, solo deberían reducirles; un porcentaje mínimo está de acuerdo con Trump.
En consecuencia, existe una desconexión entre el gobierno nacional con los diversos sectores de la población nacional, específicamente con los padres/madres de familia y los profesores de las escuelas.
No creo que exista alguna persona que no quiera que se reinicien las clases presenciales. Esta forma directa de interacción de estudiantes y profesores es el método que mejores frutos ha dado a la educación de los estudiantes en nuestro país. Sin embargo, la educación presencial debe ser tratada con mucho cuidado, especialmente en un periodo letal del Covid-19.
Mientras no exista un plan coordinado, las clases deben ser a distancia para evitar el contagio y la muerte de profesores, padres/madres de familia y estudiantes.
Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move.
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