Carmen Rengel / Agencias
Las miradas del mundo se dirigen este martes a Mar-a-Lago, un exclusivo resort de Florida (EEUU) donde tiene una de sus residencias particulares el expresidente Donald Trump. Allí se ha producido un registro por parte del Buró Federal de Investigaciones (FBI), que el republicano califica de “allanamiento”, en busca de documentos oficiales que supuestamente el magnate habría sacado de la Casa Blanca en sus tiempos en el poder, algo vetado por cuestiones de seguridad nacional.
¿Hay indicios de delito? ¿Se puede proceder contra Trump? ¿Qué gravedad tiene este registro? ¿Cómo se defiende el antiguo mandatario? ¿Qué dice su partido? ¿Y cómo afecta esto a sus aspiraciones a la reelección? Estas son las claves de la enésima polémica que rodea al neoyorkino.
El FBI realizó este lunes por la noche una operación de entrada y registro en la casa de Trump de Mar-a-Lago, una mansión que en su época de presidente se conoció como la Casa Blanca de invierno. Trump no estaba allí, sino en Nueva York, en la torre que lleva su nombre, aunque lo normal en verano es que acuda a Bedminster, en Nueva Jersey, donde también tiene un imponente complejo.
La noticia, como suele suceder, saltó vía un diario local, FloridaPolitics.com, y Trump no esperó a los ríos de tinta para denunciar él mismo lo que estaba pasando porque, a su juicio, no es un acto policial, sino una persecución. Medios como The New York Times y la CNN han confirmado que en la vivienda han entrado un centenar de agentes y que una de las claves de su tarea ha sido revisar la caja fuerte de Trump.
Un funcionario policial anónimo le dijo a la CBS que el Servicio Secreto fue notificado poco antes de que se cumpliera la orden de arresto alrededor de las 10:00 hora local del lunes (seis horas menos que en Madrid), y que los agentes que protegen a Trump ayudaron a los investigadores del FBI en todo momento. Se llevaron varias cajas y no hubo que forzar puerta alguna, añade el mismo medio.
Pese a la queja del magnate de que es una entrada ilegal y su casa estaba “ocupada”, el FBI contaba con permiso judicial para el registro de Mar-a-Lago, con una orden firmada por un juez. Dar la orden no quiere decir imputar cargos de seguido, no, pero el Buró sí que ha tenido que demostrar primero si hay evidencias de probable ilegalidad; si no, no habría tenido este permiso excepcional.
Los funcionarios federales piden órdenes de allanamiento cuando necesitan avanzar rápidamente en una investigación criminal, sin esperar a los plazos ordinarios, o también cuando hay riesgo de que materiales esenciales para una causa -y los confidenciales de un país lo son en grado sumo- estén en peligro, puedan ser trasladados, escondidos, modificados o directamente destrozados.
Los medios estadounidenses reconocen que registrar la propiedad de un expresidente para buscar posibles pruebas de un delito es algo “muy inusual” y requiere “la aprobación de los niveles más altos del Departamento de Justicia”, pero fuentes de dicha institución han filtrado que todo está atado y bien atado, por más que ni Justicia ni el FBI hayan hablado aún en público sobre la investigación en vigor.
La prensa de EEUU sostiene que el FBI estaría buscando documentos oficiales en la residencia de Florida. Lo afirman citando fuentes cercanas a la investigación medios como el NYT, el Washington Post y la CBS. Eric Trump, el segundo hijo mayor del expresidente, le ha dicho a Fox News que la entrada de los agentes estaba relacionada con una investigación sobre el manejo de los registros de los Archivos Nacionales, sin ahondar más.
De acuerdo con la versión del Times -uno de los periódicos más críticos con el expresidente- estos documentos incluirían, entre otros, material clasificado que Trump se habría llevado consigo de la Casa Blanca en lugar de haberlo entregado al archivo histórico, como manda la ley. La información viene firmada por Maggie Haberman, la misma redactora que ha escrito un libro en que se publican fotografías en las que aparecen unas notas que Trump supuestamente habría tirado al inodoro mientras era presidente. Imágenes que se han conocido apenas minutos antes de que se supiera del registro. No está claro quién las escribió, pero según CNN su caligrafía parece ser la del expresidente.
Nada más conocer que su casa estaba siendo revisada, Trump ha emitido un comunicado a través de su propia red social, Truth Social -está vetado de un buen puñado, por publicar mentiras- en el que afirma: “Estos son tiempos oscuros para nuestra nación, mientras mi bella casa de Mar-a-Lago, en Palm Beach, está ahora siendo sitiada, asaltada y ocupada por un gran grupo de agentes del FBI”. “Nunca antes le había pasado algo así a un presidente de los Estados Unidos”, ha enfatizado, hasta el punto de preguntarse: ”¿Qué diferencia hay entre esto y Watergate?”, el escándalo de escuchas ilegales al Partido Demócrata, ordenado por Richard Nixon desde la Casa Blanca. “Aquí, al revés, los demócratas irrumpieron en la casa del 45º presidente de EEUU”, ataca.
“Después de trabajar y cooperar con las agencias gubernamentales pertinentes, esta redada no anunciada en mi casa no fue necesaria ni apropiada”, lamenta. Sostiene que la “izquierda radical” -o sea, los demócratas- no quiere “desesperadamente” que se presente a la reelección, en 2024, y por eso ha lanzado una campaña de desprestigio.
Trump embiste contra la Fiscalía y Justicia aseverando que la redada es fruto de una “mala conducta de la Fiscalía” y una “armamentización del sistema judicial”. “Esto solo podría suceder en países rotos del Tercer Mundo”, añade. “Lamentablemente, EEUU ahora se ha convertido en uno de esos países corruptos a un nivel nunca antes visto”, remata .En un texto en el que cada frase puede escucharse en la voz de Trump, porque es su puro estilo, llega a decir: ”¡Incluso entraron en mi caja fuerte!”.
Eso sí, debidamente asesorado por sus abogados, Trump no cita en ningún caso el motivo del registro: los posibles documentos que no deberían estar allí.
Pese a estas críticas, cabe recordar que fue Trump quien eligió al actual director del FBI, Christopher A. Wray, para sustituir a James Comey, con quien acabó a matar. Aun así, habla de “anarquía”, “persecución política” y “caza de brujas”, términos similares a los que usó para denunciar el supuesto robo de las elecciones de 2021 y ha solicitado donaciones individuales a través de su página web. Ningún expresidente, y menos aún uno que está considerando abiertamente volver a postularse de nuevo para el Despacho Oval, se ha enfrentado jamás a una acción policial de este tipo.
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