El juego de la ruleta rusa del adicto  

El juego de la ruleta rusa del adicto   

Por Ernesto Salayandía García

Generalmente se inicia en una mesa. Uno de los jugadores,  toma un revólver (puede ser de 5 o 6 cartuchos) y abre el tambor. En él pone de uno a 3 cartuchos dependiendo de la cantidad de dinero apostado. Luego gira el tambor al azar, cerrándolo rápidamente de modo que ninguno de los jugadores pueda ver en qué recámara se encuentran los cartuchos. Por turnos los jugadores colocan la boca del cañón sobre su sien y aprietan el gatillo sin mover el arma. Si ningún cartucho es disparado, el jugador continúa en el juego y el revólver pasa a su compañero. Si este se salva, el revólver continúa al siguiente jugador hasta que a uno de ellos le toque el cartucho y reciba el disparo mortal, pocos se salvan de este macabro juego y finalmente, el jugador, recibe el tiro determinante que extermina con su vida, el adicto a cualquier sustancia y adicto, también a cualquier conducta toxica, permanentemente juega a la ruleta rusa, poco a poco va quemando sus cartuchos hasta llegar al tiro final, determinante, las oportunidades desvanecen, con el tiempo escasean y los daños que genera una adicción, son irreversibles, jamás se recuperan y el adicto comienza a tocar fondos en lo material, lo económico, así como en lo moral y familiar, no lo acepta ni lo reconoce, se le da por jugar a la ruleta rusa en todos los departamentos de su vida.

El primer balazo, directo a la autoestima

La marihuana, como cualquier otra droga, te roba muchas cosas, lo mismo que cualquier adicción, ya sea a la pornografía, al juego, a una relación toxica o a cualquier otra cosa, te roba tu autoestima, el adicto pierde su amor propio, desaparece la alegría por vivir, vive sus días en blanco y negro, la droga te chupa la actitud positiva, se llena de pensamientos tóxicos, la piel, pierde nitidez, se torna, seca, amarilla, apagada y el rostro, refleja tristeza, amargura, decepción, frustración, las ojeras, que en la mayoría de los casos, delatan el insomnio, vacío espiritual,  las mal pasadas y la perdida  de energía por depresión, sin olvidar que la autoestima, esta nula, el adicto en la lona, viendo en una zona de confort, de que aquí no pasa nada, a lo que se le llama autoengaño, son demasiadas horas en la cama, en la inactividad total, abandono de sí misma, sin bañarse, ni arreglarse, vivir los días en gris, en la apatía e indiferencia total, no hay poder humano que saque al adicto de ese hoyo, un hoyo que es un abismo, profundo y negro, un callejón sin salida, menos, por el auto secuestro de los pensamientos de auto conmiseración, puede tener días de abstinencia, pero no es un resfriado, estamos hablando de una enfermedad sumamente compleja, cruel, seria,  progresiva, contagiosa, mortal y como la adicción, ya se alcohol, marihuana, el juego o las pastillas, no hace otra cosa más que mover ese cilindro, el de la pistola y dejar que llegue ese balazo que habrá de exterminarlo todo, el adicto, entra, sin darse cuenta a la sentencia de muerte, esta posesionado por el mismito Diablo y se convierte en un nacido para perder, un bueno para nada, en un mediocre que se hunde en un mar de incongruencias y justificaciones.

Un balazo a la esperanza

Muchos adictos, obtienen la abstinencia por un corto tiempo, les  pega el síndrome de supresión, es decir, la ausencia de sustancias en el cuerpo, les gana la compulsión, viven en borrachera seca,  y tarde que temprano, el disparo de la ansiedad, los derriba, debido, primordialmente a las conductas toxicas que no logran o no quieren cambiar, no pueden dejar de ser mentirosos, son afines a postergar, se convierten en el hombre del mañana.- Mañana lo hago.- Mañana te pago.- No tienen palabra, no cumplen lo que prometen, no tienen hábitos, ni horarios, mucho menos disciplina, le vale madres quedar mal, es irreverente, irresponsable, inconsciente, se torna agresivo, es híper neurótico, mecha corta, no tiene paz mental, ni armonía, se le da por hacer en los viejos moldes, no quiere romper con su pasado, ni con sus amistades toxicas, su recamara, como su vida, son un desastre no es capaz de organizar su vida, su autoestima, brilla por su ausencia, carece de sentido común, no actúa con sano juicio, carece de estructura emocional, fracasa en sus relaciones de pareja, con sus hijos y en el ámbito laboral, se prende de cualquier sustancia y es el cuento de nunca acabar, nunca cambian la mediocridad es el sello de distinción y son propiamente un cero a la izquierda.

Tiro directo a la negación familiar

El adicto adquiere grandes habilidades para manipular, extorsionar emocionalmente y controlar a la familia, se hace un experto en el chantaje emocional,  la que desde el inicio de la acción,  se hace codependiente y en cierta forma, adicta al adicto, hay que recordar que la codependencia es una enfermedad emocional, una de las partes, en este caso, mama o esposa,  se aferran a curar al adicto, se hacen a la idea de rescatarlo, pero entran al juego emocional, del cuento de nunca acabar, tarde que temprano, pasan los años, el adicto se hace viejo, sin estudios, ni carrera, no tiene trabajo, ni familia y un gran problema por su manera de beber y de usar drogas, la familia, comete sendos errores, no aprende a poner ni a respetar limites, se arraigan severos daños emocionales, como la manera de hablar, neurótica, con gritos y groserías, en muchos casos, las mentiras, los robos de aparatos electrodomésticos, joyas, dinero, pesa y mucho, ver que el adicto se ha convertido en un bueno para nada, que no aporta en lo más mínimo a la casa y por ms que se le dice, no entiende, no hace caso, no quiere cambiar..- ernestosalayandia@gmail.com 614 256 86 20.

 

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