Humberto Caspa, Ph.D. – hcletters@yahoo.com
Los medios de comunicación, las redes sociales y, en general, la gente hacen mención constante de los estados (Estados Unidos, Francia, México, Colombia, Japón, China, Irán, etc.), pero raras veces se dedican a estudiarla metódicamente.
Solo en ciertas áreas de los centros de educación superior, especialmente en las universidades, los estados son analizados, estudiados, descifrados y, en algunos casos, “disectados” para tener un mejor entendimiento de su interior y de su comportamiento.
Coloquialmente a los estados los conocemos como “países”, tal como los medios de comunicación y las redes sociales hacen referencia a cada uno de los representantes del actual Olímpico de Tokio.
Los estados son como la familia. Sabemos que existen; que los sentimos y los identificamos, pero no los percibimos. Algunas veces nos proveen de los materiales necesarios para nuestra subsistencia, otras veces nos oprimen y nos quitan nuestras libertades.
Lo cierto es que no se dejan palpar a pesar de que los sentimos. Los estados son entes abstractos, multiformes y “racionales”.
Al igual que la familia, a los estados los identificamos y los entendemos en bases a quienes los componen y a través de su comportamiento.
Hay algunos estados que son más opresores que otros y reprimen las libertades de los individuos indiscriminadamente. Algunos tienen un sistema democrático, otros funcionan de acuerdo al autoritarismo de sus líderes políticos. Hay también estados dominados por grupos (oligarquías) o por individuos que dicen ser descendientes de “Dios” (estados teocráticos).
Los estados son estructuras políticas delimitadas por un territorio y están compuestos por una población. A los estados le dan vida y valor su propia población (soberanía) y el reconocimiento de otros estados.
Los estados tienen un gobierno y un sistema político establecido de acuerdo a los intereses de la población que la componen (autodeterminación).
En este sentido, los estados son construcciones humanas. Su inicio y su emergencia provienen de la sociedad. En cierto modo, se podría decir que los estados están determinados por los grupos más fuertes de la sociedad y están condicionados por la forma cómo interactúan con otros estados del mundo.
En un sistema político internacional, donde no existe un gobierno universal, los estados son independientes y autónomos, pero no son libres. Algunos, como Estados Unidos o China, son poderosos y dominantes de otros estados medianos y pequeños (México, Perú, Indonesia, etc.).
El comportamiento de los estados pequeños depende mucho con cuál de los estados poderosos se asocia. Políticamente los estados son egoístas, individualistas y velan sus propios intereses. Sin embargo, en el deporte, como en los juegos olímpicos de Tokio, los estados muestran colectividad y hermandad.
Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move.
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