Humberto Caspa, Ph.D. – hcletters@yahoo.com
Uno de los códigos penales de la República manifiesta que se considera una transgresión [al derecho del Estado] cuando “dos o más personas… se oponen a la autoridad [del Estado] por medio de la fuerza u obstruyen, o impiden, o retardan la ejecución de cualquier ley”.
Donald Trump no solamente violó cada uno de estos mandatos federales, sino también planeó y organizó un “golpe de Estado”.
Después de solo horas de finalizado las elecciones presidenciales, Trump se dedicó a obstruir la decisión del electorado nacional. No le importó proceder con amenazas a las autoridades electorales en diversos estados para que estas personas revirtieran el resultado de las elecciones y lo adjudiquen como ganador.
En una grabación altamente difundida, Trump tuvo el descaro de exigir a Brad Raffensperger, máxima autoridad electoral del estado de Georgia, que se inventara votos para que lo hallen como ganador de las elecciones. Este delito es, por sí solo, motivo de un juicio político (impeachment) en el Congreso.
Lo anterior es una migaja de una serie de delitos que cometió en su meta de revertir las elecciones de noviembre. En la “Marcha para Salvar América”, la cual se realizó el 6 de enero, Trump incitó a sus seguidores a que tomaran el Congreso de la nación a la fuerza.
Asimismo, junto con sus aliados planeó el tono del discurso de esa reunión, el cual tuvo como objetivo promover la violencia.
A mediados de diciembre, Trump envió un mensaje tweet que decía: “… El 6 de enero habrá una protesta [al frente de la Casa Blanca] en Washington. Tienes que estar ahí; va a ser un mitin berraco”.
En base a las palabras de Trump, de su hijo mayor Donald Jr., de Rudy Giuliani y de otros que hablaron, se nota que hubo un planeamiento previo en torno al contenido del discurso para promover la insurrección. Tanto Trump como sus camarillas destacaron el supuesto hecho de que las elecciones fueron fraudulentas y que se debe tomar cartas en el asunto para “hacer justicia”.
Trump exhortó a sus seguidores que deben “detener el robo” de las elecciones; motivó a un grupo de republicanos reaccionarios racistas que “demuestren fuerza…”; también les dijo que los demócratas son terribles y es tiempo de enfrentarlos.
Al final de su discurso los incitó prácticamente a sobrellevar un golpe de Estado: “…vamos a marchar por la avenida Pennsylvania [para tomar el Congreso].
Así, el Senado debe destituir a Trump inmediatamente de su cargo de presidente una vez que la Cámara Baja del Congreso lo halle culpable por el delito de “incitar una insurrección”. Trump merece la cárcel.
Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move.