Humberto Caspa, Ph.D. – hcletters@yahoo.com
El tema migratorio es una problemática humana que siempre existió. Los procesos migratorios normalmente suceden desde sociedades que están en condiciones económicas precarias o situaciones político-sociales difíciles, los cuales inducen o motivan a las personas a movilizarse desde sus asentamientos originales a otros más estables.
Estos elementos que inducen o motivan, académicamente se los conoce como factores de empuje y de atracción (push and pull factors).
La historia nos recuerda claramente que hubo momentos específicos en que miles de personas migraron a diversas ciudades por cuestiones económicas. Asimismo, la historia también nos cuenta que las represiones de los países o sociedades receptoras de migrantes también ha sido una constante.
Si tomamos en cuenta algunos antecedentes de la Biblia, particularmente del antiguo testamento, Moisés tuvo que movilizar a su gente (israelitas) de Egipto a Tierra Prometida porque los ciudadanos egipcios no solamente los discriminaban, sino que los trataban con desdén por los aparentes problemas sociales que se generaban en su sociedad.
Estos mismos condicionantes de empuje y atracción existen hoy en todas las latitudes del mundo. La gran cantidad de personas ubicadas a lo largo de la frontera de Estados Unidos-México derivan de problemas económicos y/o políticos que se gestan en sus países de origen y también de la “estabilidad” económica de la Unión Americana, misma que funciona como un magneto social y motiva a la migración.
En este sentido, los miles de migrantes venezolanos que reclaman ingresar a territorio estadounidense son producto de la mala gestión económica del gobierno de Nicolas Maduro y la represión sistemática que impuso a grupos e individuos disidentes que se manifestaron contra su proyecto político-económico.
Hoy, el gran dilema del gobierno de Joe Biden es mantener o no una política antimigratoria rígida plasmada en el Título 42. Si es que decide mantenerla seguramente estará evitando una fuerte crítica de las facciones de la derecha.
Asimismo, si es que el 11 de mayo, fecha en que concluye el Titulo 42, Biden decide poner fin a esta política antiinmigrante, seguramente estará acallando las críticas de los grupos y dirigentes latinos.
Ahora bien, la eliminación del Titulo 42 puede convertirse en un motivante para agrupar los simpatizantes de los republicanos, particularmente en un periodo inicial de elecciones presidenciales.
Sin embargo, las elecciones presidenciales están a aproximadamente a un año y medio de distancia, tiempo en que cualquier fisura que haya ocasionado a la campaña de Biden reduciría su impacto. Entonces, estratégicamente le conviene a Biden deshacerse del Titulo 42 hoy más que mañana y así poner fin a una política que tiene raíces en el trumpismo.
Humberto Caspa, Ph.D. es investigador de Economics On The Move.
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